martes, 18 de febrero de 2014

Creación de empresas: mayor inversión inicial, garantía de supervivencia


Ya en el boletín económico del Banco de España, correspondiente a abril de 2006, recoge el artículo titulado “Algunos rasgos de la supervivencia de empresas en España”. En el mismo se estudian las variables que se considera pueden influir sobre la probabilidad de supervivencia de las empresas. Entre ellas: tamaño inicial; características del sector en el que la nueva empresa desarrolla su actividad; situación macroeconómica general; edad de las empresas; así como la estructura financiera de las empresas en el momento en que inician su actividad económica.

Del citado estudio se desprende que un mayor tamaño inicial de la empresa favorece de forma importante su supervivencia. Dada la elevada tasa de mortandad de las empresas españolas (según el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, aún siendo positiva la variación neta del número de empresas –el nacimiento de empresas es superior a la desaparición- la mortandad se sitúa muy por encima de otros países de nuestro entorno: el primer año desaparece un 20% de las empresas, el segundo año el 15% y el cuarto año casi un 12%), la conclusión podría ser que las restricciones financieras pueden ser la cusa de que las empresas inicien su actividad con un tamaño inferior al considerado como óptimo.

Parece lógico, pues el comenzar una empresa con un “colchón financiero” lo más elevado posible, hace que la compañía, cuya supervivencia se ve más amenazada en los primeros años de actividad, sufra menos los vaivenes del mercado, la competencia, etcétera.

Las restricciones de financiación, propias de los momentos iniciales de las empresas (menor capacidad de endeudamiento o incluso ausencia de éste; poca financiación propia, etcétera), puede ser, por lo comentado anteriormente, la causa por la que las compañías comiencen su aventura con un tamaño “inferior al óptimo”.

La estructura financiera de las empresas –relación entre los recursos propios y los ajenos- es otro de los aspectos en los que nos vamos a detener a la hora de estudiar los momentos iniciales de las empresas.

Del citado estudio se desprende que las situaciones extremas no son aconsejables. Los ratios de endeudamiento muy altos, que implican una mayor importancia de las deudas o financiación ajena, o muy bajos, que denotan que prácticamente todo está financiado con recursos propios, no hacen sino aumentar la probabilidad de que la empresa desaparezca en los primeros ejercicios de actividad.

Lo ideal, en estos momentos iniciales, seria dirigirse a ratios cercanos a la unidad, donde los recursos ajenos y propios se reparten en un cincuenta por ciento. Posteriormente, una vez asentada la compañía, se pueden estudiar los beneficios de financiarse con otras tasas de participación. Esta decisión deberá basarse en el sector de actividad en el que se mueve la empresa, para saber si su ciclo de maduración es largo (va a necesitar más tiempo para recuperar sus inversiones), o corto (las inversiones se recuperan rápidamente. Ello dará lugar a mayores o menores necesidades de financiación y su estructura (recursos ajenos y recursos propios), sabiendo que los recursos ajenos, aunque con un coste explícito, cuentan con la posibilidad de desgravar los intereses pagados; y que los recursos propios también tienen un coste, en este caso implícito, que también hay que calcular y comparar. Por lo tanto, los costes efectivos de una y otra fuente de financiación también serán un criterio de decisión. Por último, saber que las deudas hay que devolverlas, pues son compromisos adquiridos por la empresa, mientras que los recursos propios no implican ninguna devolución.

Como conclusiones más destacadas, se podría terminar apuntando que aquellas empresas cuyo tamaño inicial fuera mayor cuentan con más probabilidades de sobrevivir en el mercado. Adicionalmente, la estructura en que la compañía se financia es un aspecto clave de su supervivencia. En este sentido, mayor proporción de capitales ajenos favorece la supervivencia de la empresa, siempre y cuando no se encuentre excesivamente endeudada, en cuyo caso pone en peligro su continuidad.

Los emprendedores deberían tener en cuenta estas conclusiones a la hora de estudiar la viabilidad y puesta en marcha de sus ideas.

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