jueves, 22 de noviembre de 2012

En un mundo ideal ...

En un mundo ideal, Papá Estado ejercería como tal y, buscando lo mejor para el futuro de sus retoños, les reduciría la paga para que “se buscarán la vida”: se reduce la prestación por desempleo en su cuantía, no en su duración, que de hecho se incrementaría, salvo excepciones, de forma que el aliciente no fuera cobrar el paro, sino buscarse los ingresos suficientes para acomodarlos al nivel de vida que cada uno desee.
En un mundo ideal, los trabajadores no pagarían la pensión del jubilado, sino que cada uno crearía su fondo de pensiones –público y/o privado- y cobraría en su retiro en función de lo aportado a esa hucha propia: pasamos de un sistema de reparto (que es un sistema piramidal) a otro de capitalización, mucho más justo y sostenible.
En un mundo ideal, la política no sería una carrera, sino un premio a una vida profesional llena de éxitos que daría como resultado la llamada de tu país para que cada uno aplicara su experiencia en beneficio de todos, que sería una honra para esa persona y que no respondería a la misma para enriquecerse, sino porque es un orgullo poder estar en esa situación: los políticos con esa motivación no se guiarían por un calendario electoral y unos objetivos únicos de mantenimiento de la poltrona.
En un mundo ideal, si los gastos del Estado se redujeran (porque las prestaciones por desempleo y pensiones anteriores son menores o inexistentes; porque el gasto suntuario e innecesario de políticos, asesores, interinos, senadores, muchos –o todos- sobrantes, desaparece; así como una administración única que tuviera menores costes que 17 estructuras que no aportan eficiencia al sistema; y muchas cuestiones similares más), se ajustarían los ingresos públicos, procedentes en su mayoría de impuestos, a ese menor gasto, de forma que se reducirían drásticamente.
En un mundo ideal, las entidades financieras se dedicarían a su labor de conseguir que la mayor cantidad de dinero ahorrada estuviera a disposición de todos aquellos que lo necesitasen con las mejores condiciones posibles, funcionarían como un sector auxiliar de la economía real y no buscarían, especulando, crear riqueza donde no existe: reforma del sector financiero encaminada a que todas las entidades financieras se dedicaran a lo que es su negocio tradicional, o al menos separando dichos negocios tan diferentes para evitar el contagio entre ellos.
En un mundo ideal, con unos consumidores con mayor renta disponible por la reducción de su carga impositiva, buscando activamente trabajo si no lo tienen, adaptándose a las exigencias del mercado y trabajando en cualquier lugar (movilidad geográfica), casi de cualquier cosa (movilidad funcional, no se asusten), la demanda crecería, lo que haría que unas empresas menos ahogadas por trámites y tasas, en ese mundo ideal, intentaran aprovechar ese incremento del mercado contratando más gente (lo que implicaría que ese “trabajar casi de cualquier cosa” estaría correctamente remunerado a las exigencias y cualificación requerida por el puesto); o incluso se crearían nuevas empresas por parte de esos emprendedores con visión que intentarían aprovechar las nuevas oportunidades, aquí o en cualquier lugar del mundo, porque en ese mundo ideal, los trámites, financiación y bonificaciones estarían encaminados a facilitar ese proceso.
¡Qué pena que todo esto, y algunas cuestiones más, sólo queden en el mundo de las ideas!

jueves, 8 de noviembre de 2012

Un paseo en bici

Aunque mi primera intención al crear este blog era no sólo centrarme en cuestiones económicas (así lo atestigua el nombre del blog), la verdad es que el día a día no me lo ha permitido. Sin embargo, enmiendo mediante esta entrada este error y prometo subsanarlo más a menudo en el futuro.

Crónica de la Salida Oficial del Club Ciclista Hortaleza del 8 de enero de 2012
¡Feliz Año a todos!
Aunque no ha sido la primera ruta oficial del año, sí que se ha constituido como aquella en la que más compañeros hemos salido en este principio de año, aproximadamente unos veinte. Los primeros kilómetros se han aprovechado para hablar de los objetivos y metas que nos planteamos para esta nueva temporada. Palabras como “Quebrantahuesos”, “Lagos” o similares, han sido muy escuchadas en los primeros minutos. Éstos también han servido para conocer últimas novedades de las vidas de nuestros compañeros y, en este sentido, hemos conocido la pésima noticia sobre nuestro amigo Jesús. Desde aquí le enviamos un fuerte abrazo y mucho ánimo, para él y toda su familia.
Sin olvidarnos de él, pasamos a temas menos transcendentes y comentar la crónica de la etapa. Y la verdad es que es muy fácil: fuimos a Valdetorres y volvimos. Estas últimas salidas están siendo un poco monótonas en cuanto al recorrido, llano como es normal por las alturas de la temporada en la que nos encontramos. Pero como no creo que me dejen mis compañeros que esta crónica se acabe aquí, vamos a repasar, desde mi punto de vista –que es la cola del pelotón- algunas incidencias.
Nada más salir del túnel de Barajas-Paracuellos, tras esos minutos de cortesía que he comentado anteriormente, el ritmo empieza a subir. Nos vamos acomodando a nuestro lugar natural dentro del grupo, pero justo antes de comenzar la autovía, Manuel Aguilera pincha (una rueda, se entiende, que Manolo es muy fiable). Aunque lo avisa, así como otros compañeros, con la finalidad de que se reduzca la marcha y pueda reintegrarse más fácilmente en el pelotón, los sordos continúan a buen ritmo, mientras que los que vamos mejor de oído levantamos el pie. Aunque pensándolo bien, no lo teníamos que haber hecho, pues en cuanto se le cambió la rueda, la “locomotora Manolo” se puso en marcha y, como un rodillo, pasó por encima de mí dejándome descolgado en su afán, muy loable, de alcanzar al grupo cabecero. Tonino, que pensando que la reparación iba a ser más lenta, paró a hacer “sus cosas”, también se quedó descolgado conmigo. Afortunadamente, el conductor eterno, Sebas, muy pendiente de estos detalles, aceleró para avisar de esta situación al grupo de Manolo, que muy amablemente nos esperó. En ese momento, con sólo dos grupos (no es habitual este grado de concentración), comenzó la persecución. Los buenos, por delante, no sé si por condescendencia o porque sí, levantaron la marcha y, poco antes de terminar la autovía, el pelotón agrupó a todos sus elementos. Buen ritmo, muy bueno, hasta que giramos en el cruce de Torrelaguna y allí me vuelvo a quedar (esto es la factura de los kilos de estas fiestas que me harán pagarla en incómodos plazos de, como mínimo, cuatro salidas oficiales), para, en la subida a Valdetorres hacer un dúo muy dinámico con Paulino hasta llegar al merecido desayuno. Allí una agradable sorpresa en forma de visita de Jesús. Nos abrazamos y nos interesamos por él. Quedamos para tomar una caña cuando finalicemos la etapa y nos subimos de nuevo a la burra.
La vuelta no tuvo ningún incidente gracias a Dios. Fue muy rápida, eso sí, y todos al llegar a la caña comentamos la media tan alta que habíamos conseguido. Aunque con alguna disparidad, una media de 31 km/h, que para mí es un logro.
Jesús nos puso al día de su situación. No hay que dar más detalles. Con el ánimo un poco alicaído, invité a los que se quedaron por mi cumpleaños y nos despedimos hasta la próxima salida, con el mismo recorrido que ésta pero seguro que con otras anécdotas muy interesantes para todos los amantes (y sufridores) de este deporte de la bici.
Un fuerte abrazo a todos.