Existe
en Estados Unidos, dónde sino, un fondo que permite a sus partícipes realizar
una carta astral del mercado de valores, con la que tomar sus decisiones de
inversión (Astrology Fund). Su creador utiliza la “psicología matemática basada
en la astrología para predecir el comportamiento de los índices, las divisas y
las materias primas”.
Esta
información se ha recogido en un libro publicado por Selftrade:
“50 fondos de inversión en la consulta del psiquiatra”, en la que intentan
abrir el sector de los fondos de inversión a otras familias más allá de los
exitosos garantizados.
Independientemente
de que éstas y otras, cuando menos curiosas, técnicas de análisis tengan éxito
en su gestión (se dice que este fondo en concreto ha obtenido en muy poco
tiempo rentabilidades tan altas como los astros que analiza), la verdad es que
el inversor español, que dedica un 12% de su ahorro a los fondos de inversión,
elige fondos de bajo riesgo. Y seguramente esa decisión la tome no por falta de
información –en la era Internet es difícil no conocer las cuantiosas y muy
diferentes alternativas en fondos que tenemos en el mercado-, o por ausencia de
cultura financiera –todos los expertos nos hemos cansado de indicar lo mucho
que ha aumentado ésta a lo largo de los últimos años-, sino, simple y
llanamente, porque se ajustan a su perfil de riesgo, a ese umbral de sueño que
cualquier inversor no desea sobrepasar para mantener la salud (financiera y
física) en buenos niveles.
Si
acaso, lo único que podría modificar este comportamiento sería incidir en el
asesoramiento por parte de los profesionales que comercializan los fondos. Algo
que a través de estas páginas hemos solicitado en repetidas ocasiones. Y ese
asesoramiento debe girar, no en torno a la consecución de unos objetivos de
ventas para ese comercial, sino sobre los objetivos de riesgo y rentabilidad de
nuestro cliente. La mejor forma, por otra parte, de fidelizarle.