El pasado cuatro de diciembre se publicó la nueva Ley de
Sociedades. Entre otras cuestiones, esta norma obliga a las empresas a la
creación de una nueva figura dentro de sus Consejos de Administración: el
consejero independiente coordinador. En concreto, este cargo deberá aparecer
cuando los puestos de consejero delegado y presidente recaigan sobre una misma
persona.
Esta figura ya existía en otras economías (Estados Unidos,
por ejemplo), e incluso grandes empresas de nuestro país ya la contemplaban.
Pero es ahora cuando la obligación toma rango de Ley (anteriormente existía en
un código de buen gobierno de las empresas cotizadas realizado por la Comisión
Nacional del Mercado de Valores). Según se establece en dicha norma, el cargo
será elegido en votación por el consejo de administración, con la participación
de los consejeros independientes y con la abstención de los ejecutivos. Entre
sus funciones se encuentran: solicitar
la convocatoria del consejo de administración; inclusión de nuevos puntos en el
orden del día de uno ya convocado; coordinar y reunir a los consejeros no
ejecutivos y dirigir, en su caso, la evaluación periódica del presidente del consejo
de administración.
Bajando a la arena, mediante la creación de este puesto se
persigue la separación de poderes aportando al consejo un mayor control como
supervisor de la gestión ya que evita una concentración excesiva del poder de
la compañía en el Consejo. Aunque finalmente su eficiencia dependerá del grado
real de independencia, así como de su capacidad para contrarrestar la posición
del presidente de la empresa. En definitiva, su poder dependerá de su
experiencia, de su capacidad para granjear apoyos dentro del Consejo, así como
del respaldo que la normativa le otorgue, que debe ser mayor que lo que la
nueva Ley de Sociedades le proporciona en la actualidad.
Sea como fuere, y para evitar nuevos escándalos
empresariales relacionados con la mala gestión de las compañías, no basta con
la inclusión del consejero independiente coordinador, sino que hay que reformar
todo lo relacionado con las auditorias de las empresas, tanto internas como
externas, así como los controles de riesgos establecidos internamente por parte
de las corporaciones.
Será
fundamental ver el trabajo realizado por estas nuevas figuras en el curso
empresarial recién comenzado para ver su eficiencia de cara a evitar más
episodios de escándalos empresariales que vienen a menoscabar la tan trabajado
buena reputación de tantos y tantos empresarios y emprendedores que demuestran
su valía día tras día.